jueves, 26 de junio de 2014

FREAKSHOW

 Acaba de aparecer el interesante libro América, The Beautiful (La presencia de Estados Unidos en la cultura española contemporánea), coordinado por José Manuel del Pino, profesor del Darmouth College, y editado por Iberoamericana-Vervuert. Mi contribución al mismo (“Freakshow: la cultura americana en el espejo de la literatura”) comienza con esta reflexión sobre un intrigante cuadro de Erró, un pintor cuya lucidez visual me fascina cada día más (y su ignorancia cada día menos). 

Quiero empezar esta reflexión con una imagen significativa, un icono de las relaciones posibles para un escritor europeo de origen español con la cultura norteamericana, la primera cultura plenamente comercial de la historia. Como no podía ser de otro modo, se trata de una relación icónica, esto es, una relación mediada por las imágenes y la tecnología de producción de imágenes masivas.


Como se puede ver, este cuadro del pintor franco-islandés Erró representa a un ratón Mickey recostado en el diván de un psicoanalista. Detrás de él, en un plano que parece más imaginario que realista, un par de moteras semidesnudas, con pistolas y copas y botellas de alcohol en las manos, parecen a punto de montárselo a lo grande en una fantasía surgida directamente de la imaginación corrupta del ratón cinematográfico más famoso de la historia (una imagen plagiada de los escenarios de porno pulp de cualquier película de Russ Meyer y otros cineastas de sensibilidad grindhouse o de explotation que inspiraron también algunas escenas paródicas de las novelas vanguardistas de Kathy Acker). Junto al ratón Mickey, sin abandonar su pose de extrema atención clínica, el doctor Freud toma nota fiel de todas las obscenidades que emanan de la boca entreabierta y sonriente (entendamos la sonrisa como imperativo afectivo del negocio) del célebre roedor massmediático. Pero la imagen es reversible a su vez: ¿y si viéramos al doctor Freud, esto es, a la cultura europea, fascinada con el ello deslenguado del ratón Mickey, ese ello libidinoso que se hace imágenes y ficciones y música popular, cultura de masas en general, y acaba con el prestigio de la cultura europea y con su supuesta superioridad moral y cultural? Este cuadro representa también un acto de ventriloquía inconsciente. Con su impostura de seriedad facultativa, Freud, como representante de la inteligencia analítica y los valores de la alta cultura europea, actúa como inquisidor perverso y obliga a Mickey a decir lo que quiere, lo que más le interesa escuchar, transmitiéndole los signos de la vulgaridad más desvergonzada que el mismo doctor, prisionero de su cultura decimonónica, reprime tras una máscara de rigor científico y atildada vestimenta burguesa. De ese modo, Freud proyecta en Mickey y a través de él, más allá de su círculo de influencia, sus fantasmas y fantasías más inconfesables, menos respetables. Se produce así un bucle comunicativo entre los dos protagonistas de la escena: el mal endémico o el malestar libidinal de Mickey, como consumidor de primer nivel de los productos menos prestigiosos de la cultura de masas que él mismo representa como personaje mítico y en la que está atrapado, es el síntoma desconocido del otro, que sólo así, mediante una inversión del transfert psicoanalítico, puede auto-diagnosticarse, evidenciar sus patologías más arraigadas o exhibir ante el mundo su condición patológica forzada a encubrirse o reprimirse tras una fachada de respetabilidad profesional.
La conclusión a extraer de esta exégesis icónica es paradójica: tanto se podría entender que Freud, con su potencia intelectiva, ayuda a Mickey a liberar su libido, o al menos a expresarla públicamente sin cortapisas, ese deseo atrapado en los mecanismos de la fantasía infantil diseñada por la factoría Disney para consumo familiar, como Mickey, con su forzosa promiscuidad con la industria del entretenimiento mediático mayoritario, alimenta las fantasías secretas del doctor y el conocimiento exhaustivo de las mismas. Europa y América, en sus facetas menos reconocibles, se desnudan en el espejo que cada una de ellas representa para el otro y proceden a descubrir sus rasgos menos reconocidos… 

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